Testimonios

Las opiniones de nuestros clientes

Soy Cristina y en el año 2009 me diagnosticaron Espondilitis anquilosante, es una enfermedad reumática que causa inflamación de las articulaciones, de la columna vertebral y de las sacroilíacas. Los síntomas son dolor, rigidez vertebral, pérdida de movilidad, deformidad  articular progresiva, hinchazón y dolor articular y fatiga.

El tratamiento que me pusieron fue de antiinflamatorios que se supone tendría que tomar toda la vida.

Cuando llegué a Feel Pilates en septiembre de 2009 estaba muy desanimada, había pasado un verano con dolores a diario y tomando una dosis considerable de antiinflamatorios. Me dijeron que posiblemente terminaría en silla de ruedas, que probablemente no podría tener hijos, que siempre tendría que tomar medicación y que poco a poco mi calidad de vida se iría deteriorando.

En Feel Pilates me aconsejaron el tipo de ejercicios que tenía que hacer y siempre confiaron en que iba a mejorar enormemente mi calidad de vida.

Desde los primeros días en Feel Pilates, mi realidad, empezó a cambiar. El resultado es extraordinario ya que desde entonces no noto ningún dolor y los antiinflamatorios no los he vuelto a tomar. En el primer mes ya me sentía muchísimo mejor físicamente y por consiguiente anímicamente. Además, recuperé la elasticidad de mi cuerpo, agilidad, corrección postural, mis músculos están fuertes y tonificados,…¡Evidentemente mi vida ha cambiado!, hasta el punto de que tengo un hijo de 3 años y ahora estoy embarazada de la segunda. Durante este embarazo y el anterior he practicado Pilates prenatal y me he encontrado perfectamente.

Llevo 9 años en Feel Pilates y desde luego mi vida ha cambiado.

Cristina Escudero. Las Rozas de Madrid

 

Nací en 1963 y a principios del año 88 sufrí una importante crisis de lumbalgia. Durante casi nueve meses se intentaron varios tratamientos conservadores que no dieron resultado, por lo que al final me sometieron a una intervención de hernia discal L5-S1. La operación no salió bien y sufrí, como consecuencia de la operación, una Discitis, inflamación del disco intervertebral tras la cirugía de la hernia de disco, que provocó me metieron en un lecho de escayola en posición horizontal durante varios meses. La recuperación fue lenta y dolorosa y durante los siguientes 10 años nunca llegué a estar bien del todo.

A principios del año 2000 sufrí nuevas crisis de lumbalgias continuas incapacitantes por lo que tras nuevas resonancias magnéticas descubrieron que la L4-L5 la vértebra superior a la operada, también tenía una hernia que había que intervenir de nuevo. Me volvieron a operar, esta vez con otra técnica menos invasiva, microcirugía con  epidural.

La recuperación fue mucho mejor y prácticamente al mes ya tenía cierta actividad. En  2003 se volvieron a repetir las lumbalgias y el dolor continuó y tras nuevas resonancias magnéticas descubrieron que además de las dos intervenciones L4-L5 y L5-S1 tenía protrusiones/hernia en las lumbares superiores L1-L2 L3-L4, por lo que dictaminaron una intervención de cirugía mayor consistente en una artrodesis múltiple de toda la columna lumbar, que significa unir o fusionar las vértebras con implantes metálicos. En esos momentos mi situación física y mental estaba realmente deteriorada, ya que me pronosticaron que, si no me operaba, mi futuro sería en silla de ruedas y con una bomba de morfina. Solicité varias opiniones médicas para contrastar si esa era la única solución, ya que esta intervención puede ocasionar cierta incapacidad durante toda la vida, además de un cierto dolor crónico.

En mi caso la fortuna hizo que entrara en contacto con el Dr. Francisco  Kovacs, un verdadero genio de la naturaleza y uno de los hombres más inteligentes y lúcidos que he conocido jamás quien, tras estudiar minuciosamente todo mi historial médico, llegó a la conclusión de que no sólo no me recomendaba esa importante intervención, sino que no estaba de acuerdo con realizarla ni con el pronóstico futuro.

En su opinión únicamente debía fortalecer totalmente mi sistema muscular, abdominales, lumbares, glúteos, piernas… además de mejorar la flexibilidad y la elasticidad  de mi musculatura, psoas, isquiotibiales etc. Para ello me recomendó dos opciones: hacer las conocidas tablas de ejercicios que todos los médicos traumatólogos, rehabilitadores o fisioterapeutas te proporcionan y, la segunda, hacer Pilates siempre y cuando fuera en un estudio especializado en el que hubiera pocos alumnos para una mayor precisión requerida en mi caso.

En septiembre del año 2003 comencé a practicar Pilates tres veces por semana. En los tres primeros meses la mejoría que experimenté superaba con creces otros tratamientos de varios meses con otro tipo de terapias (esto es una realidad). En esos momentos, con mi carrera laboral deteriorada por bajas prolongadas, el objetivo en mi vida ea únicamente aguantar 8 o 9 horas sin dolor  realizando una jornada de oficina normal.

Cuando ya llevaba un año haciendo Pilates y después de dar gracias a Dios, cada día, de haber conocido al doctor Kovacs, volví a tener otro golpe de suerte y conocí a mi amiga y maestra Luisa Moro. Con Luisa Moro el Pilates adquirió otra dimensión y dejó de convertirse en una serie de ejercicios de tonificación muscular, para convertirse en algo más, difícil de explicar  y que, una vez se interioriza, pasa a formar parte de ti y  sabes que va a durar toda tu vida.

El levantarte y poder ponerte los calcetines sin pinchazos en  las lumbares, caminar sin cojear, sentarte en el coche sin mucho dolor o levantarte de una silla después de una hora sentado sin ver las estrellas, créanme,  es toda una experiencia. Con el Pilates ocurren tres cosas, la primera es que las crisis agudas se distancian en el tiempo, la segunda es que duran menos tiempo y, la tercera, es que son menos intensas. Es decir, en mi opinión, practicar Pilates con disciplina provoca menos crisis y más suaves.En los siguientes 8 años, estuve haciendo ininterrumpidamente Pilates con Luisa, en el suelo y en la maquina reformer y, claro está, cumplí mi objetivo de llevar una vida normal trabajando 8 o 9 horas sin lumbago.

En el año 2011 Luisa, que además de ser una gran profesional de Pilates le gusta mucho la docencia, me propuso apuntarme a un curso para ser profesor de Pilates. Tras semanas de curso, exámenes de teoría y práctica, horas y horas de visualización de clases, sesiones en prácticas con alumnos y con Luisa presente en la sala (para acompañarte por si “te pierdes en el camino”) me saqué los títulos de “Pilates suelo esencial e intermedio” y lo mismo para reformer.

A continuación estuve algo más de un año ayudando a Luisa en su estudio impartiendo clases por las tardes y los sábados por la mañana, tiempo en el que adquirí práctica y soltura, además de aprender más y más en este apasionante mundo del Pilates.

Actualmente practico bici estática, ejercicios funcionales con pesas y, ¡cómo no!, 2 o 3 veces por semana Pilates con un grupo de buenas amigas que, al igual que yo, hemos encontrado en esta práctica terapéutica una forma de encontrarnos  mejor de nuestras dolencias. No voy a dar recetas milagrosas ni lecciones a nadie, sólo quiero trasmitir que mi condición física y mental mejoró notablemente al empezar a practicar Pilates, que puedo decir con rotundidad que todas las personas que lo han practicado conmigo se han sentido mejor y que el Pilates es una excelente elección para obtener una mejora en el tono muscular y reducir los dolores de espalda, en mi caso múltiples hernias discales. Las lumbalgias es muy difícil que desaparezcan para siempre pero gracias al Pilates ahora son mucho más llevaderas.

Después de todos estos años y de vivir estas situaciones quiero recalcar la importancia de, en primer lugar, tener un buen diagnóstico; en segundo lugar practicar una buena terapia y, en tercer lugar, que esa terapia este dirigida por buenos profesionales.

El Pilates ha sido todo un hallazgo en mi vida personal y, más en particular, en lo que atañe a mi salud. Ello, sumado a la calidad profesional y personal de quienes he encontrado en mi camino, ha hecho que ocupe un lugar privilegiado.

Francisco Villén Sotomayor

«Decidí informarme más sobre cómo el Pilates me podía ayudar con la postura general (trabajaba muchas horas sentado). Tras comentarle mi situación a Luisa, para mi sorpresa, ella me dijo que también me podía ayudar a mover mejor el tobillo y tener más fuerza en él, pues había quedado bastante limitado tras una rotura de tibia con desplazamiento varios años atrás. Esta instructora y emprendedora estuvo en lo cierto y seis años después continúo yendo una vez a la semana notando mejorías con su situación y sintiendo también que mi cuerpo está equilibrado».

Guillermo P.

 

Para mi Pilates es una de las formas más respetuosas y equilibradas que  conozco de trabajar tu propio cuerpo en cualquier momento de la vida.
A nivel personal me ha aportado muchas cosas, pero lo más importante es que he descubierto una manera de mantenerme en forma que me ha enganchado y que creo que ya no voy a poder dejar.
Además a nivel profesional también me ha enriquecido mucho, porque me ha permitido trabajar con seguridad con un colectivo tan vulnerable como son las mujeres embarazadas y las que acaban de tener un hijo.
Yo conocí el Pilates en el estudio «Feel Pilates» de las Rozas, y lo digo porque creo que es muy importante el sitio que eliges para iniciarte en esta práctica.
Para las personas que aquí trabajan el Pilates es casi, o sin el «casi», una filosofía de vida, y así te lo transmiten en sus clases, en especial Luisa.
Para mi ha sido un maravilloso descubrimiento.
Muchas gracias por todo lo que me habéis enseñado.

Pilar C.
Yo empecé a hacer Pilates porque tenía muchos dolores en una rodilla que me tuve que operar con 16 años pero que no me ha quedado como debería. Me dolía, me salían moratones, se me desplazaba la rótula… Llegó un punto que decidí poner solución y mi tía, que es profesora y monitora de Pilates, me aconsejó y animó a que lo probara. Al principio me resultó costoso coger el ritmo de los ejercicios, pero ella ajusta a cada alumno un ritmo individual teniendo en cuenta las diferentes características de los alumnos. Poco a poco me di cuenta que me encontraba mejor, respiraba mejor, las piernas se estilizaron y podía tener la espalda recta sin que me doliera. Y lo mejor de todo, que la rodilla no me dolía. Me planificaba ejercicios solo para mi y mi rodilla, modificando algunos según mi dolencia.

Yo disfruto mucho con Pilates y siempre se lo recomiendo a todo el mundo. Pero no en cualquier sitio, hay que acudir  a Feel Pilates porque aunque haya 7 personas más haciendo Pilates contigo, te tratan como si estuvieras solo.

Sandra Cano